fecha de respuesta: 30.12.2024
La forma jurídica ideal depende de tu proyecto y perspectivas. Para startups, la Sociedad Limitada (SL) es muy común porque limita la responsabilidad al capital aportado y facilita la entrada de inversores. Darse de alta como autónomo es más sencillo y económico al principio, pero responde con tu patrimonio personal. Otras opciones, como la Sociedad Anónima, suelen usarse en emprendimientos de mayor envergadura o con vocación de cotizar. Las cooperativas se adaptan a proyectos colaborativos, aunque tienen normativas específicas. Evalúa la carga fiscal, la protección de activos y el acceso a financiación. Una SL es la vía más habitual para crecer y recibir inversión.