fecha de respuesta: 09.12.2024
El testamento ológrafo es redactado de puño y letra por el testador, fechado y firmado, sin intervención de notario ni testigos en el momento. Es válido si cumple los requisitos de autenticidad (escritura manuscrita completa, fecha y firma). Tras la muerte, los herederos deben presentarlo al juzgado para su adveración y protocolización. Allí se comprueba la letra y la firma, y se eleva a escritura pública. El testamento notarial, en cambio, se otorga ante notario, con mayor seguridad y publicidad. La principal diferencia es que el ológrafo requiere este proceso judicial posterior y puede generar más controversias si hay dudas de autenticidad o incumple algún requisito.